16 de marzo de 2011

Cuando la Alta Definición nos alcance


Wisdom doesn't necessarily come with age.
Sometimes age just shows up all by itself.
Tom Wilson

Fue entonces cuando las vi.

Estaba rasurándome y cuando me acerqué al espejo ahí estaban. Esas pequeñas canas saliendo de la comisura inferior de mi boca parecían burlarse de mí. Al acercarme más, descubrí otro par creciendo libremente desde la parte superior de mi mentón y otra más en la barbilla se hacía notar, ¡pequeñas bastardas!. De inmediato pensé en cortarlas de raíz, dejar un hueco terso, liso y reluciente… justo como esa porción extra de frente que antes solía cubrir mi hermoso cabello castaño oscuro y que apenas hasta hoy había notado… contuve por un momento mi grito horrorizado y de pronto fui muy consciente de la frase “El espejo no miente”, entonces lo supe, éste era mi primer paso al deterioro físico de la vejez.

Traté de restarle importancia y me tranquilicé, para mi fortuna el detrimento aún no era irreversible o por lo menos tan visible, vaya aún existían muchas formas de disimularlo o disfrazarlo. Lo tomé con un poco más de humor y decidí por el momento no hacer mayor escándalo del necesario, a fin de cuentas la percepción de la gente siempre es distinta a la tuya y seguramente nadie se había dado cuenta.

Cuando casi me había olvidado del incidente, me llegó el primer insulto de la era digital aunque de una forma más discreta. Entré a mi Facebook y me vi taggeado en un álbum llamado “Hace veinte años”, lo cual no hubiera sido nada impactante si las fotos posteadas hubieran sido de mi niñez, pero cuando me di cuenta de que eran de cuando iba en la secundaria, me dije a mi mismo: ¡verga!. Evité a toda costa hiperventilarme y entrar en desesperación. Ok, me quedaba clarísimo que ya no era un chavito, pero ¿en qué momento mis amigos se habían transformado en dones y ñoritas?, ¿cuándo pasamos de popstars a adultos contemporáneos?, ¿cómo se habían convertido en personas decentes estos party animals que le entraban a todo y sin medida?, no fue algo sencillo de ver y asimilar pero al parecer la edad al fin nos había alcanzado.  

Por lo menos ya no me sentí tan solo, mis contemporáneos también enfrentaban al enemigo en común y a pesar de que algunos habían perdido claramente la batalla, yo aún no estaba listo a rendirme ante los Dockers, las camisitas de rayas y el zapatito boleado, caería con dignidad y honor o moriría en plenitud antes de convertirme en un forever young.


Veía a mi alrededor con desgano y casi sin poner atención a la plática pambolera de mis colegas, pensaba para mis adentros que estos nuevos antros nice definitivamente no eran lo mío, por lo menos antes podías ligar descaradamente, ahora todos se encontraban pertrechados en sus propios ghettos y la interacción social con cualquier otra mesa se había perdido, la banda estaba clavadísima en sus propios rollos, ensimismados en su círculo y el único espacio para el intercambio sociocultural era la barra o la fila para el baño. Miré de nuevo a mis colegas y descubrí que no se percataban de lo que ocurría a su alrededor, las nuevas tecnologías los habían hecho inmunes al intercambio recíproco, no les interesaba el contacto físico y la interacción humana fuera de su radio de acción inmediato.

Apuré mi última cerveza y la cabeza me dio vueltas, me percaté que me sentía algo mareado y que ya se me había subido, me pareció muy raro porque usualmente en éste número de chelas apenas empezaba a agarrar la fiesta, lo atribuí al exceso de trabajo y al poco descanso, pero a mi mente vino la frase de mi antiguo sensei: “Cuando entres en la etapa en la que todo te pasa por primera vez, es un signo inequívoco de que ya estás envejeciendo”.

Sostuve mi botella de cerveza vacía y contemplé con tristeza a mi alrededor, probablemente la única persona que se sentía incomoda ahí era yo, mi sensei había tenido razón una vez más, aunque me resistiera a aceptarlo, la edad ya empezaba también a hacer estragos en mi vida social.

Ese había sido el strike tres, la edad me habían aplicado la indiscutible, me habían retirado por la vía del ponche, pero como el poeta José Cano diría: “como yo soy muy consciente, hasta en esta situación decidí ser consecuente con mi nueva dimensión” y decidí que no me iría sin pelear, si el proceso de envejecer era inevitable por lo menos le pondría un poco de clase y humor a todo el asunto.

Analizando las fallas de los caídos en batalla, pude darme cuenta de que la mayoría se entrego por completo a las consecuencias de el deterioro físico. Obviamente revertir los efectos de años de abuso constante a tu organismo con sustancias tóxicas es prácticamente imposible, pero una reducción o disminución de todo lo divertido como el azúcar, la nicotina, las grasas saturadas, el colesterol, las carnes rojas y el alcohol, es bastante posible usando el método correcto.

El primer paso es el ejercicio, no hay otra manera, ninguna crema, pastilla, ungüento o tenis mágicos podrán hacer la chamba por ti, hay que dedicarle un momento al día y empezar a tu ritmo. El segundo paso es tener una dieta más sana y balanceada, las frutas y verduras no son sustitutos si no complementos que debemos ir incorporando a nuestra dieta diaria y ya todos sabemos lo que es nocivo comer, con ir reduciendo poco a poco nuestro consumo de manjares fritos, cubiertos, sumergidos y excesivamente adornados ya estamos encaminados. El tercero es la reducción en el consumo del alcohol, el cigarro y otras drogas recreativas, con eso le damos chance a que nuestro cuerpo empiece a regenerarse y a detener un poco el proceso de envejecimiento o a quitarle las oportunidades de que se vuelva obvio.

A pesar de que podemos desacelerar muchos procesos, aún no podemos detenerlos por completo y llegará un momento cuando todos perdamos la eterna batalla contra la keratina. Es simplemente inevitable y una cuestión de tiempo, no hay mejor manera de perder con honor y estilo si eres hombre, que sacarle brillo a tu cabeza rasurada y jamás aplicar la del quesito oaxaqueño, la bandana à la Bret Michaels o la colita de caballo y el sombrero. Si eres mujer, siempre serán mejores algunas canas que te den distinción y ondita que intentar el tinte Shakirezco o experimentar con colores antinaturales o fuera del espectro visible humano.


Además del inevitable deterioro físico, la otra forma de envejecer es dejar que tu look y tus  contenidos caduquen contigo. Desayunando con unas contemporáneas, concordamos en que últimamente se ha abusado indiscriminadamente de la nostalgia. La falta de opciones y propuestas novedosas en la música, la moda, la tele y el cine, han provocado una sobreexplotación de lo retro, de lo vintage y de lo clásico. Es muy fácil apelar a la nostalgia y más fácil caer en ella, si te descuidas de pronto te descubres escuchando Mix o Universal Stereo, viendo Mujer Bonita en TNT o comprándole una blusita a tu hija como la que tú usabas en los 80’s.

La única forma de escapar de esto es empezar a consumir música nueva, entrarle a las nuevas tecnologías, conocer lugares nuevos, compartir ideas y tendencias nuevas con personas más jóvenes que tú y evitar en lo posible caer en la trampa de la añoranza, como diría mi amigo el Tícher: “es momento de ponerse más MTVhits y menos VH1classics”.

Hace algunos días, estaba comiendo con dos de mis más queridos brothers y les platicaba acerca de una casual referencia cultural al transbordador espacial Challenger que se me escapó frente a Tinkerbell y su devastadora respuesta de “¿Qué es el Challenger?” que me dejó desarmado y completamente desarticulado. Ambos coincidieron conmigo en que el gap generacional a veces nos rebasa, pero en su propia experiencia han aprendido como yo a mantener al día esas referencias y que aunque nos encante recurrir constantemente a chistes y citas generacionales, nuestras respectivas aún no las alcanzan a entender pero tarde o temprano lo harán, porque los clásicos seguirán ahí, siempre en espera a ser visitados. La idea es no tomarse tan a pecho estas pequeñas fallas en la comunicación y buscar referencias menos oscuras aunque no sean tan efectivas.

Todo lo que hacemos y reflejamos está directamente relacionado a nuestro consumo cultural, si no nos permitimos explorar nuevos caminos y nuevas formas de comunicación, el progreso nos restringirá en un nicho cada vez más cerrado y estrecho, y por consiguiente nuestras ideas y creencias se encogerán hasta convertirnos en un producto atemporal, caduco y pasado de moda.

En ésta nueva era digital, el secreto para no envejecer es nunca cerrarse a probar lo nuevo, no acumular los años si no vivirlos, disfrutar de todas las etapas y prescindir un poco de las glorias del pasado, porque cuando la alta definición nos alcance, los años que hayamos acumulado se podrán ver claramente en una resolución de 1920 × 1080 píxeles.

En un futuro no muy lejano, las nuevas generaciones no entenderán
este chiste porque para ellos toda su vida será en alta definición.

[Nota del Autor: La mayor parte del contenido de este post fue escrito originalmente para Internet@s No.6: The Final Insult, (Próximamente en su pantalla favorita). Pero a la postre se convertiría en el inicio de El Mail Cumpleañero (2009) “Lo que dejamos en el camino”, en esta ocasión me pareció apropiado rescatar lo que se quedó en el tintero con su título e intención originales]

1 comentario:

  1. qué tienen ustedes con las canas si son lo MÁXIMO!!!

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